El libro rojo de Ave
El jugador de mus
Lo que somos, pensamos y sentimos, trasciende consciente o inconscientemente a todo aquello que
hacemos, y jugando al MUS no se quebranta esta norma.
Así, según nuestra idiosincrasia, en nuestro juego se evidenciará una de estas dos cualidades:
- - Creatividad.
- - Sobriedad.
Tomar partido y sumergirnos en una de ellas rechazando lo positivo que hay en la otra, supone un
juego caótico y desordenado en el primero de los casos o aburrido y monótono si optamos por el
segundo.
El equilibrio entre estos dos puntos y su justo balance, es el mayor atributo, arma y distintivo
del buen jugador de MUS.
He podido comprobar, como un gran número de practicantes de este juego, no concibe ni aprueba el
hecho de aceptar o lanzar envites (de aumentarlos, ya ni hablamos, claro) en ausencia de cartas o
jugadas que así lo justifiquen, este razonamiento tan "gris", pertenece a la filosofía de los
"sobrios".
Para estos pseudo-jugadores, el MUS es, un juego que se basa únicamente en la posesión o ausencia
de valores, combustible del todo necesario e imprescindible para poner en marcha la maquinaria de
su ingenio.
La aplicación en este juego, de una estrategia de "mínimos" como requisito imprescindible para
su inicio y desarrollo, es un lastre difícil de entender y que en la mayoría de las ocasiones
ni siquiera nos podemos permitir, sobre todo, si como "mínimos" entendemos la posesión inexcusable
de Pares y Juego, RR (dos Reyes), 30 al Punto con Pares, o combinaciones similares.
También he coincidido (en menor medida, eso si), con jugadores incapaces de pronunciar un
"No quiero", que han naufragado por mantener obstinadamente una pugna irracional, allí
donde las más elementales normas de lógica y aritmética aconsejaban desestimar de forma clara y
rotunda el desafío del rival.
En igualdad de condiciones, la creatividad, merced a su mayor iniciativa y recursos, acabará
por imponerse ante la sobriedad.
Si adoptamos un tipo de planteamiento pragmático de forma generalizada, evidenciamos una
mediocridad y estrechez de miras notorias.
Pero si alguna cualidad cabe destacarse en el jugador de MUS, ésta debe ser sin ninguna duda,
su capacidad para hacer de este juego algo divertido y ameno, convirtiendo su práctica en un
entretenimiento sano y carente de toda mezquindad o vileza.
"El MUS es un juego que no se merece ni precisa representantes con tan
deplorables atributos".
Es por encima de todo, un juego para Damas y Caballeros en sus acepciones más virtuosas
y plausibles.