El libro rojo de Ave
Conoce a tu enemigo…
Esta sabia y célebre frase, de aplicación y connotaciones bélicas, es también útil en la faceta
lúdica, y pone de manifiesto la necesidad de conocer los puntos fuertes y las debilidades aparentes
o notorias de tu adversario, ya que aplicando la estrategia adecuada, la ventaja o aumento de las
posibilidades de poder optar a la victoria se verán incrementadas.
En el juego del Mus, como en la mayoría de juegos de "envite", el acierto que adquiere la
aplicación de este dicho es relevante.
Este complejo juego, se fundamenta en dos pilares básicos:
- El primero de ellos, está constituido por lo que podemos denominar los condicionantes
"principales", que son:
- La calidad de los naipes recibidos por cada uno de los participantes.
- Su posición con respecto al "Mazo" de cartas.
- El estado del tanteo y de los juegos.
- El número de descartes realizados durante cada jugada.
Todos estos factores "delimitan" o establecen con cierto grado de lógica, las posibilidades y
riesgos asumibles en cada momento.
- El segundo pilar, no es otro que la traducción personalizada que sobre el conjunto de las
variables citadas anteriormente es realizada por cada jugador y las particulares acciones,
decisiones o respuestas derivadas de la misma.
En definitiva, las características generales que definen el juego de cada jugador, pueden deducirse
de esas acciones, decisiones, y respuestas realizadas en cada fase del juego.
Es fundamental pues, ejercitar la observación, como la herramienta más útil de análisis ante dichas
acciones y respuestas, aumentando de este modo nuestro conocimiento del juego rival, y así,
establecer sus pautas de comportamiento y su patrón de juego.
Es en el MUS de alto nivel, donde apenas se aprecian diferencias en los planteamientos y estrategias
entre los contendientes, y la ventaja sobre el rival se establece en la "anticipación" sicológica,
la iniciativa, el riesgo mejor calculado y el perfecto conocimiento del
"momento".
Este término tan
"abstracto" como recurrente, se podría definir como la valoración instantánea
que todo buen jugador realiza al comienzo de cada mano sobre el conjunto de variables dadas, y del
resultado de esa
"impresión", se derivan las posteriores acciones y directrices a seguir
para esa determinada mano.
La situación que comentamos a continuación, puede ser un buen ejemplo de lo comentado:
Todo jugador de MUS sabe que existen determinados momentos (ejemplo: cuando ambas parejas se
aproximan al final del juego y sobre todo cuando se da una diferencia de tanteo notoria a favor
de alguna de ellas), en los que el hasta entonces "normal" desarrollo de la partida se altera
drásticamente.
Es entonces cuando la pareja rezagada, comienza a realizar cortes
"audaces, arriesgados o
sencillamente desesperados", para acortar distancias a toda costa, y la pareja aventajada mantiene
una actitud expectante a la espera de poder finiquitar el juego de forma segura o con el mínimo
riesgo posible.
Esto es lo normal, ya que ambas parejas tienen perfecto conocimiento del
"momento" por el
que atraviesan cada una de ellas, y asumen de forma automática el posicionamiento más coherente y
favorable.
Si esta visión del
"momento" es clara y la mantenemos constante durante todo el desarrollo
del juego no bajando nuestro grado de concentración, apreciaremos con más nitidez las oportunidades
que se nos puedan presentar y nuestro juicio tanto a la hora de decidir como de ejecutar una jugada,
será más claro y acertado.
No obstante, la prudencia y sobre todo la reflexión, deberán ser los emblemas que guíen siempre
las acciones del buen jugador en todos los lances, dejando los planteamientos más arriesgados
y provocadores para los casos claramente desfavorables o imperativos.
De esta forma, en igualdad de condiciones (tanteo y juegos), nuestro comportamiento deberá ser
comedido, asumiendo cierto margen de riesgo calculado, con objeto de incrementar o fijar la ventaja
en el tanteo.
A modo de resumen:
"Debemos intentar desvelar el juego del rival, poner atención en los
envites que realiza con las cartas que recibe en las primeras jugadas o en el transcurso del
primer juego, también debemos poner atención en la calidad de los naipes con los que acepta o
rehúsa los distintos envites, deduciendo así, su grado de "agresividad o pasividad".
Saber a qué tipo de jugador nos enfrentamos y cual es su capacidad de reacción es útil, y puede
ser determinante, no obstante, no es habitual que un buen jugador de MUS evidencie de forma
notoria sus debilidades, por ello, nuestras observaciones no deben ser tomadas como "radiografías"
o "retratos" exactos de su juego, pero sí nos pueden servir como "notas orientativas".